En Europa le llaman el impuesto a las hamburguesas, una medida que acaba de aprobar el parlamento húngaro y que busca reducir el índice de “obesidad, incrementando el precio no solo de los populares sánguches, sino de todos los alimentos con alto contenido en azúcar, sal, hidratos de carbono o grasa.
La norma busca, además, destinar esta sobreganancia al Sistema Nacional de Salud. Sin embargo, la industria alimentaria vinculada a la comida chatarra ha puesto el grito en el cielo, al considerar que el impuesto no solucionará el problema.
El gobierno pretende gravar los productos poco sanos con una tasa de 10 florines, casi cuatro céntimos de euro, además de aumentar un 10% el impuesto de licores y refrescos. “De esta forma, el gobierno húngaro espera recaudar unos 111 millones de euros que se destinarán al Sistema de Salud, que ahora tiene un déficit de 371 millones de euros”, señala la web euroxpress.
Según una encuesta del Instituto Nezopont, el 54% de los húngaros apoya el “impuesto a la grasa”, aunque ya se ha criticado que perjudicará a las clases más populares. Por su parte, los gremios alimentarios señalan que el impuesto no ayudará a frenar la creciente tasa de obesidad. Argumentan que la grasa, azúcar o sal no son perjudiciales si se toman con moderación.
“El problema del empeoramiento de salud lo achacan al estilo de vida más sedentario y al abuso de determinados alimentos bajo la responsabilidad de los consumidores”, señala la web gastronomiaycia. Esta normativa entrará en vigencia el 1 de setiembre.
La norma busca, además, destinar esta sobreganancia al Sistema Nacional de Salud. Sin embargo, la industria alimentaria vinculada a la comida chatarra ha puesto el grito en el cielo, al considerar que el impuesto no solucionará el problema.
El gobierno pretende gravar los productos poco sanos con una tasa de 10 florines, casi cuatro céntimos de euro, además de aumentar un 10% el impuesto de licores y refrescos. “De esta forma, el gobierno húngaro espera recaudar unos 111 millones de euros que se destinarán al Sistema de Salud, que ahora tiene un déficit de 371 millones de euros”, señala la web euroxpress.
Según una encuesta del Instituto Nezopont, el 54% de los húngaros apoya el “impuesto a la grasa”, aunque ya se ha criticado que perjudicará a las clases más populares. Por su parte, los gremios alimentarios señalan que el impuesto no ayudará a frenar la creciente tasa de obesidad. Argumentan que la grasa, azúcar o sal no son perjudiciales si se toman con moderación.
“El problema del empeoramiento de salud lo achacan al estilo de vida más sedentario y al abuso de determinados alimentos bajo la responsabilidad de los consumidores”, señala la web gastronomiaycia. Esta normativa entrará en vigencia el 1 de setiembre.