De acuerdo a Mónica Jiménez, directora de Nutrición y Dietética de la Universidad Andrés Bello, la alimentación saludable no es estacional, “debiera ser un hábito permanente, en toda época del año hay que comer lo necesario para la condición individual de las personas según sexo, edad, actividad física y estado fisiológico (de salud)”.
La académica explica que si se trata de adultos sanos, mayores de 18 años, el verano es una época óptima para mejorar el estado nutricional, pensando en el peso corporal, o mantenerlo si este es adecuado. “En esta época de año hay mayor variedad de vegetales frescos y de por sí se realiza más actividad física, los días son mas largos, las temperaturas al amanecer y atardecer más agradables por lo que dan ganas de hacer caminatas o practicar algún deporte en ese horario”.
Así, si las personas tienen actividad laboral liviana, es decir sólo de oficina, sin actividad física, no deberían consumir más de 1500/1800 calorías al día, mujer y hombre, respectivamente.
Sin embargo, en las ansias por bajar de peso, muchas personas basan su dieta sólo en frutas y verduras, lo cual Mónica Jiménez enfatiza no es suficiente, “hay que agregar proteínas: carnes magras, pescados y mariscos cocinados, lácteos, clara de huevo y leguminosas, ricas en fibra elemento importante en la alimentación por ser beneficiosa para un hábito intestinal saludable”. La docente de la Universidad Andrés Bello resalta que es importante consumir la energía proveniente de hidratos de carbono complejos; los cereales integrales; choclo, trigomote, motemei y avena, al igual que ácidos grasos del tipo omega (que protegen la salud cardiovascular) contenidos en pescados, frutas como la palta y las aceitunas, aceite de oliva y de canola particularmente.
Las dietas extremas y una alimentación inadecuada tienen consecuencias, unas más graves que otras, como un desbalance metabólico o trastornos emocionales y del carácter. Pero lo que hay que tener en cuenta es que las dietas pobres en energía generan baja de peso a expensas de la de masa muscular y agua, y no se debe olvidar que el corazón es un músculo.
La académica explica que si se trata de adultos sanos, mayores de 18 años, el verano es una época óptima para mejorar el estado nutricional, pensando en el peso corporal, o mantenerlo si este es adecuado. “En esta época de año hay mayor variedad de vegetales frescos y de por sí se realiza más actividad física, los días son mas largos, las temperaturas al amanecer y atardecer más agradables por lo que dan ganas de hacer caminatas o practicar algún deporte en ese horario”.
Así, si las personas tienen actividad laboral liviana, es decir sólo de oficina, sin actividad física, no deberían consumir más de 1500/1800 calorías al día, mujer y hombre, respectivamente.
Sin embargo, en las ansias por bajar de peso, muchas personas basan su dieta sólo en frutas y verduras, lo cual Mónica Jiménez enfatiza no es suficiente, “hay que agregar proteínas: carnes magras, pescados y mariscos cocinados, lácteos, clara de huevo y leguminosas, ricas en fibra elemento importante en la alimentación por ser beneficiosa para un hábito intestinal saludable”. La docente de la Universidad Andrés Bello resalta que es importante consumir la energía proveniente de hidratos de carbono complejos; los cereales integrales; choclo, trigomote, motemei y avena, al igual que ácidos grasos del tipo omega (que protegen la salud cardiovascular) contenidos en pescados, frutas como la palta y las aceitunas, aceite de oliva y de canola particularmente.
Las dietas extremas y una alimentación inadecuada tienen consecuencias, unas más graves que otras, como un desbalance metabólico o trastornos emocionales y del carácter. Pero lo que hay que tener en cuenta es que las dietas pobres en energía generan baja de peso a expensas de la de masa muscular y agua, y no se debe olvidar que el corazón es un músculo.