Esta noticia es increible y estoy segura que pondra de muy buen humor a mas de uno, pues para los nutricionistas, la pasta no engorda. Por lo tanto es inútil echarse la culpa, si después de una jornada de largo trabajo, nos sentamos a la mesa, para disfrutar de un buen plato de pasta.
En efecto, la pasta es pobre en grasa y finalmente contiene pocas calorías, y por lo tanto tiene su sitio en un régimen hipocalórico. Además, estas féculas no son caras.
¿Cuales son las Razones para seguir el Régimen?
El índice glicémico de la pasta es bajo, entre 40 y 50, por lo tanto se digieren lentamente sin aumentar la tasa de insulina, la hormona del apetito: quita el hambre durante bastante tiempo y permite evitar el picoteo entre comidas.
Un plato de pasta aporta unas 180 calorías, y menos de un gramo de lípidos. La pasta que se come en el desayuno es capaz de ofrecer la energía necesaria gracias a su vitamina B contenida en el trigo. Pero, consumidas a mediodía, favorecen el sueño. Dos razones de más para no suprimirlas de la alimentación.
Algunos consejos
Se debe contar entre 100 y 150 g de pasta hervida para una porción normal. Como son ricas en proteínas, es inútil acompañarlas de carne o de pescado, o si acaso en pequeñas cantidades. Se puede añadir un poco de queso rayado o de parmesano, o acompañarla con 200 g de verduras.
Más vale cocerlas “al dente”, como dicen los italianos, de esta forma el organismo las asimila con más lentitud y se facilita la digestión. Mejor es escoger entre pasta integral, puesto que contiene dos veces más fibra que la pasta normal, y cubre 20% de las necesidades cotidianas. Sin embargo, conviene evitar la pasta al huevo, que tiene mayor número de calorías.
En efecto, la pasta es pobre en grasa y finalmente contiene pocas calorías, y por lo tanto tiene su sitio en un régimen hipocalórico. Además, estas féculas no son caras.
¿Cuales son las Razones para seguir el Régimen?
El índice glicémico de la pasta es bajo, entre 40 y 50, por lo tanto se digieren lentamente sin aumentar la tasa de insulina, la hormona del apetito: quita el hambre durante bastante tiempo y permite evitar el picoteo entre comidas.
Un plato de pasta aporta unas 180 calorías, y menos de un gramo de lípidos. La pasta que se come en el desayuno es capaz de ofrecer la energía necesaria gracias a su vitamina B contenida en el trigo. Pero, consumidas a mediodía, favorecen el sueño. Dos razones de más para no suprimirlas de la alimentación.
Algunos consejos
Se debe contar entre 100 y 150 g de pasta hervida para una porción normal. Como son ricas en proteínas, es inútil acompañarlas de carne o de pescado, o si acaso en pequeñas cantidades. Se puede añadir un poco de queso rayado o de parmesano, o acompañarla con 200 g de verduras.
Más vale cocerlas “al dente”, como dicen los italianos, de esta forma el organismo las asimila con más lentitud y se facilita la digestión. Mejor es escoger entre pasta integral, puesto que contiene dos veces más fibra que la pasta normal, y cubre 20% de las necesidades cotidianas. Sin embargo, conviene evitar la pasta al huevo, que tiene mayor número de calorías.
