Como todos sabemos, el cancer es una enfermedad devastadora, hay veces que cuando diagnostican esta enfermedad al paciente se le viene a la mente una serie de pensamientos. Siente miedo, angustia, desesperanza, temor, ansiedad, y se pregunta ¿qué me va ha pasar?... ¿voy a morirme?... ¿quién me ayudará?... ¿qué debo hacer?
Este proceso, doloroso por cierto, también incluye a la familia. El padre, la madre, los hijos, la esposa, el esposo, los hermanos…, viven una serie de angustias y desesperanzas muy parecidas al paciente.
Carlos Lescano, presidente de la Sociedad de Psico-Oncología, explica que si bien la medicina ataca la enfermedad, el estado anímico del paciente influirá mucho en el resultado del tratamiento. Los parientes deben ayudar a comprender al paciente que esta enfermedad no es un “castigo divino”, sino que acecha a cualquiera.
“Tanto ellos como la persona enferma deben ingresar a un tratamiento psicológico, que no se basa en consolar al paciente, sino en trabajar conjuntamente para potenciar favorablemente la respuesta biológica de la persona ante la acción de los fármacos”, señala. Añade que no hay una manera “correcta” de sentir. Una de las mejores formas para que las familias lidien con los sentimientos es compartirlos entre todos los miembros de la casa.
Añade que lo recomendable es que sea la familia la que se entere primero del diagnóstico, en tanto que se espera una cooperación madura de los integrantes. Delegar funciones y responsabilidades será vital.
Hay que tomar en cuenta que cuando el cáncer se diagnostica a tiempo se puede curar. Ahora, si la persona está en fase terminal, el mejor tratamiento es el acompañamiento permanente.
Este proceso, doloroso por cierto, también incluye a la familia. El padre, la madre, los hijos, la esposa, el esposo, los hermanos…, viven una serie de angustias y desesperanzas muy parecidas al paciente.
Carlos Lescano, presidente de la Sociedad de Psico-Oncología, explica que si bien la medicina ataca la enfermedad, el estado anímico del paciente influirá mucho en el resultado del tratamiento. Los parientes deben ayudar a comprender al paciente que esta enfermedad no es un “castigo divino”, sino que acecha a cualquiera.
“Tanto ellos como la persona enferma deben ingresar a un tratamiento psicológico, que no se basa en consolar al paciente, sino en trabajar conjuntamente para potenciar favorablemente la respuesta biológica de la persona ante la acción de los fármacos”, señala. Añade que no hay una manera “correcta” de sentir. Una de las mejores formas para que las familias lidien con los sentimientos es compartirlos entre todos los miembros de la casa.
Añade que lo recomendable es que sea la familia la que se entere primero del diagnóstico, en tanto que se espera una cooperación madura de los integrantes. Delegar funciones y responsabilidades será vital.
Hay que tomar en cuenta que cuando el cáncer se diagnostica a tiempo se puede curar. Ahora, si la persona está en fase terminal, el mejor tratamiento es el acompañamiento permanente.
